DEMONIOS Y EXORCISMOS



Satanás existe, la Biblia lo dice, la Iglesia lo reconoce y los hechos a través del tiempo parecen demostrarlo. Sin embargo, aún hay muchas personas que no creen que una entidad demoníaca pueda poseer a alguien y conducirlo a cometer homicidios u otro tipo de delitos en medio de un ritual satánico.

“Es necesario comprender que en la Biblia aparece Satanás, también conocido como Lucifer, Maligno o Diablo, e incluso en el Antiguo Testamento se dice que Satanás perturbó a Job y lo hizo pasar por muchas calamidades, pero Dios lo protegió porque era un hombre justo. El Nuevo Testamento indica que Jesús expulsó y combatió a los demonios quienes perturbaban a las personas. El demonio sabía que Jesús era Dios, por lo que bíblicamente el Diablo sí existe”, explicó en Internet el teólogo, filósofo y sacerdote venezolano Miguel Ospino.

Continuó al exponer: “La Iglesia también cree que Satanás existe, y el Papa Pablo VI lo definió como ‘un ser vivo, espiritual, terrible, de una realidad pavorosa, pervertido y pervertidor, y del cual poco sabemos’, aunque su misión es hacerle creer a la gente que no existe”.

No obstante, Ospino destacó que quienes creen en “Dios saben que su fuerza es superior a la del Demonio, por lo que no pueden dejarse llevar por el miedo y pensar que Lucifer puede hacerles daño, ya que sólo lo hace si la persona se lo permite, porque para que alguien haga mal tiene que tener la voluntad para realizarlo. El Demonio no posee fácilmente a un individuo, lo hace si lo deja, si rinde cultos al mal o quiere hacer daño a los demás”.

El clérigo mencionó que aunque es muy difícil que ocurra, la posesión diabólica es factible, y eso no significa que Satanás se mete en el cuerpo de las personas, ya que es imposible que subsistan dos seres (espíritus) en un mismo organismo, sino que se apodera de los sentidos.

Ospino resaltó que “no todo el mal que hace el hombre viene del Demonio en sí, porque para eso el humano tiene el libre albedrío para escoger entre el bien y el mal, aunque en algunos casos Satanás se aprovecha y lo conduce a ejecutar algo maligno. Allí es donde surge el satanismo, movimiento de personas quienes veneran a Satanás como su Dios, le rinden culto, hacen misas negras, sacrificios de animales, se bañan con sangre y le piden cualquier cosa a él, pero se sabe que quien entregue su vida a Satanás siempre la perderá”.


Sensaciones y síntomas que son evidencias de posibles casos de posesión originados por un mal espíritu o ente desencarnado


Como hemos señalado ya en otras ocasiones, la mayoría de los casos de posesión, de obsesión o de perturbación espiritual que se producen, nada o muy poco tienen que ver con demonios en el sentido estricto de la palabra, sino que más bien son originados por malos espíritus. Por ello, y a petición de muchos lectores, en este artículo vamos a a enumerar las sensaciones más frecuentes y comunes -las que pueden expresar aquellas personas que se acerquen a nosotros en busca de auxilio argumentando la posibilidad de estar poseídas- que, por regla general, se constituyen en evidencias de posibles casos de posesión por parte de un espíritu, desencarnado o ente del bajo astral:
I. Profunda tristeza en el alma.
II. Flashes de rabia -de mayor o menor duración- contra sí mismas.
III. Pensamientos nocivos entre los que figura con frecuencia el del suicidio.
IV. Pérdida de fe en Dios.
V. Soledad ante la vida.
VI. Falta de amor y cariño por parte de los demás hacia ellas y viceversa.
VII. Dichas personas se sienten encerradas en sí mismas, convertidas en auténticas anacoretas a las que molesta todo tipo de relación social.
VIII. Depresiones profundas.
IX. Estados de ausencia; extraños vacíos mentales sin recordar qué han pensado, vivido o sentido en el transcurso de los mismos.
X. Oyen voces extrañas que hablan en el interior de sus pensamientos susurrándoles “consejos” escalofriantes, encaminados todos ellos a cometer acciones perniciosas, lascivas, e incluso a atentar contra la vida de alguien, incluidos sus seres más queridos.
XI. Visiones que igualmente pueden ser luces, sombras, o ambas a la vez, mezcladas, componiendo diabólicas figuras.
XII. Otro tipo de visiones compuestas por las siluetas de seres maléficos de naturaleza satánica, o animales monstruosos, espectros de difuntos, etc.
XIII. Apariciones sin que tengan conciencia de su realidad o irrealidad, en las que se les muestran figuras humanas con cara de chivo y cuernos, cabezas de cerdo o de toro. Estas figuras suelen metamorfosearse frente a los ojos de la persona supuestamente poseída, adoptando formas diferentes que van desde lo humano a lo demoníaco, pasando por lo animal.
XIV. Aparición súbita de seres angelicales, y también de la Virgen María, de Jesucristo, o de cualquier santo. Son engaños, falsas apariencias con las que esos espíritus negativos pretenden hacerse pasar por lo que no son.
XV. Experimentar la sensación de que “alguien” les toca cuando están dormidos en el lecho, la mayor parte de las veces con finalidad lúbrica o sexual, ya que los toques o caricias suelen notarse en la parte genital o zonas erógenas del “atacado” ó “atacada”. En la Edad Media, estos casos eran atribuidos a íncubos y súcubos.
XVI. Roturas de objetos situados en lugar seguro, sin que exista explicación lógica y razonable a tales hechos.
XVII. Presencia de sombras, ruidos o desplazamiento de enseres de un lugar a otro de la casa (especie de movimientos telequinésicos) sin causa física justificada.
XVIII. Flashes de asombro y estupefacción, de terror incluso, cuando al mirarse al espejo, en vez de verse reflejada la persona que está frente al vidrio pulido y metalizado, se encuentra con una imagen que no es la suya o que no lo es en su totalidad, llegando a no reconocerse como ella misma.
XIX. Convencimiento psíquico íntimo de que algún mago negro o brujo le está maleficiando, obstruyendo con sus malas artes el natural desenvolvimiento de su vida profesional e íntima.
XX. Súbita repulsión hacia el/la cónyuge en el aspecto sexual, deseando sustituir las anteriores relaciones carnales con él/ella  por actos solitarios de masturbación.
XXI. Reiterados fracasos personales, profesionales, laborales, bursátiles, familiares y deportivos.
Cuando alguien se presenta ante nosotros exponiendo uno, varios, o los veintiún puntos íntegros que acabamos de enumerar, nos encontramos ante un porcentaje de posibilidades muy elevado de que esa persona esté poseída, o se halle bajo la influencia, sea benigna o maligna, de un alma que ya dejó su cuerpo de carne en la tierra y que no encuentra la paz ni el camino que conduce al perdón, la misericordia y clemencia que Dios nos concede por los méritos de nuestro Señor Jesucristo.
A nosotros, como exorcistas y sanadores espirituales por la gracia de Dios, nos corresponde la (muchas veces no fácil) tarea de discernir si la persona poseída lo está por un alma en pena o un espíritu de las tinieblas que quiere corromper, enviciar, destruir y quizás incluso matar al poseído, ya sea empujándolo al suicidio o por medio del dominio de su mente, para que a estas personas que sufren dicha perturbación espiritual les declaren depresivos, bipolares, esquizofrénicos, paranoicos, obsesivos, maníacos, visionarios, delirantes, psicópatas y/o demás diagnósticos y teorías a los que son proclives los psiquiatras y psicólogos, amparándose en la sintomatología que les describen sus tratados psiquiátricos; sin ser conscientes esos profesionales de que la realidad de lo que está sucediendo a dichas personas es muy distinta y de que no están ni son enfermos, sino que únicamente padecen la posesión de un ente desencarnado.